Martes 16 de Abril del 2024

La propuesta de CENDA: suspender ahorro forzoso y sostener el empleo

 

La propuesta de CENDA: suspender ahorro forzoso y sostener el empleo

Centro de estudios dio a conocer documento con los detalles de medidas a adoptar ante la crisis sanitaria y económica.

Equipo ES. 03/04/2020. El Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (CENDA), presentó un documento con propuestas que serían claves para enfrentar la actual crisis económica y de empleo, generada en la pandemia del coronavirus, sobre todo colocando el eje en la situación de los trabajadores.

El siguiente es el texto íntegro:

Declaración CENDA

Suspender Ahorro Forzoso

Cotizaciones íntegra y exclusivamente a mejorar pensiones

 Proteger Empleos

Estado paga mayor parte salarios empresas afectadas

 Medidas inmediatas para enfrentar crisis

 La humanidad está en guerra al Coronavirus. Ello ha precipitado una severa crisis que desde hace tiempo se venía incubando en la economía mundial y en Chile, con cursos recesivos en pleno desarrollo.

En una reacción colectiva global sin precedentes, los pueblos del mundo están obligando a sus Estados a movilizar todos sus recursos para enfrentar la crisis. CENDA se pliega sin vacilaciones a la movilización general e insta a las autoridades a actuar con la mayor decisión, haciendo todo lo que sea necesario para que Chile pueda salir airosas de esta prueba y contribuir a superarla en el planeta.

En lo inmediato, CENDA quiere proponer dos medidas en el ámbito de su competencia. Sin perjuicio de otras que son asimismo necesarias, incluidas varias del ámbito previsional y laboral, las dos que siguen parecen las más efectivas para enfrentar la crisis económica y social en curso. Ellas resultan necesarias, a su vez, para movilizar recursos y aunar voluntades tras el objetivo principal inmediato, que es de vida o muerte para todas y todos: derrotar la pandemia.

1)      Suspender el ahorro forzoso

Se debe suspender de inmediato la transferencia a las AFP de las cotizaciones previsionales, evitando así que las dilapiden en tambaleantes mercados financieros. Por cierto, se debe continuar recaudando las cotizaciones y registrando su monto en las cuentas de cada trabajador y trabajadora, para no afectar el cálculo de su futura pensión. Sin embargo, al menos mientras dure la emergencia, el dinero recaudado debe ingresarse al Tesoro Público y destinarse, íntegra y exclusivamente, a mejorar pensiones durante la emergencia. Ello permite al fisco más que duplicar las pensiones actuales mientras dure la pandemia, al sector que más lo amerita porque ese dinero les corresponde, y es más vulnerable al virus. Más adelante, dichos dineros pueden ser recaudados y administrados por un reconstruido servicio público de seguro social

Las cotizaciones son un impuesto aplicado exclusivamente a trabajadores activos, con la finalidad exclusiva que todos aporten lo mismo, relativo a sus ingresos, a pagar pensiones dignas a sus padres y abuelas. Nunca debieron ser desviadas a otros fines.  Menos que ninguno a beneficiar un puñado de grandes empresarios a costa de la miseria de millones de jubiladas y jubilados, como sucede con el ahorro forzoso. Ha llegado el momento de recuperar las cotizaciones, al menos durante la crisis. Ojalá este abuso se acabe para siempre y nunca más en Chile se desvíen cotizaciones a usos ajenos a pagar pensiones.

La medida propuesta tiene un gran impacto fiscal positivo. Siempre ha sido irracional endeudar al fisco para gastar un quinto de su presupuesto en financiar más de tres cuartas partes de las pensiones que se pagan en Chile. Mientras al mismo tiempo se “ahorran” en inciertos mercados financieros, los 10.000 millones de dólares anuales de cotizaciones previsionales. Esta cifra equivale a su vez a un quinto del presupuesto del Estado.

Hoy cualquiera comprende que continuar con el ahorro forzoso durante la crisis constituye un despilfarro insensato. En pocas semanas el fondo de pensiones ha perdido más de un cuarto de su valor, equivalente a más de 55.000 millones de dólares, más de cinco años de cotizaciones completas. Lamentablemente, es muy probable que dichas pérdidas se profundicen.

Por este motivo, todos los países europeos que habían introducido ahorro forzoso con parte de las cotizaciones previsionales, las suspendieron tras la crisis del 2008. Ello permitió mejorar pensiones con la consecuente reactivación de la demanda. Al mismo tiempo redujo significativamente el déficit fiscal, a menos de la mitad en caso de Hungría por ejemplo, y mejoró la calificación de riesgo de esos países.

Por la misma razón, Perú acaba de suspender el ahorro forzoso y pretende destinar el descuento respectivo a suplementar los ingresos líquidos de los trabajadores. En Chile, un partido político de gobierno ha sugerido una medida similar. Ello demuestra que la crisis ha precipitado el momento de suspender el ahorro forzoso, al menos transitoriamente.

Sin embargo, CENDA rechaza terminantemente esa manera de utilizar los cuantiosos recursos rescatados al suspender el ahorro forzoso. Ello constituiría un nuevo atentado contra los trabajadores en su conjunto, incluidos sus viejos a quiénes una vez más se denegaría su derecho a una pensión digna. En los hechos, dicha propuesta cargaría sobre jubiladas y jubilados parte del indispensable y cuantioso subsidio que el Estado requiere destinar hoy a proteger el empleo, el que debe ser financiado íntegramente por el empresariado.

Durante décadas, un puñado de grandes empresa se han venido apoderado del dinero de pensiones mediante el ahorro forzoso. Ahora, cuando ya no pueden hacerlo porque la crisis ha las utopías en que basaron sus promesas al respecto, pretenden mediante esta propuesta de sus representantes políticos, que una vez más sean los jubilados y jubiladas quienes carguen con el costo, financiando ellos parte del subsidio al empleo, parte del cual acabaría en bolsillos de empresarios. Es decir, quieren seguir condenando a los jubilados a la miseria para eludir una responsabilidad que les corresponde.

Acabar con el ahorro forzoso, aunque sea en la emergencia, tiene un impacto positivo, social, económico y fiscal, de gran magnitud. Como CENDA ha detallado en la propuesta respectiva que publicó hace pocas semanas, permite duplicar el monto de las pensiones actuales. Al mismo tiempo, genera un superávit fiscal muy significativo. Si adicionalmente el Estado asume el esquema de rentas vitalicias, el superávit fiscal puede alcanzar en régimen a más de un quinto del presupuesto o 4,5 por ciento del producto interno bruto.

Todo ello tras duplicar los beneficios a pensionados y pensionadas mientras dure la crisis, y sin retirar del fondo de ahorro forzoso, mal llamado de pensiones, más recursos que los que hoy se devengan contablemente del mismo.

Esta medida tendrá un efecto reactivador extraordinario. Beneficiará asimismo a los auténticos empresarios, puesto que al reducir el déficit y endeudamiento del fisco, mejorará la calificación de riesgo del país y redundará en aliviar su delicada situación financiera actual.

Terminar con el ahorro forzoso es la reforma más necesaria. Significa acabar con el abuso más resentido por la ciudadanía. Con razón. Ha significado traspasar a perpetuidad al gran empresariado, parte significativa y siempre creciente de los salarios, dinero que debería destinarse exclusivamente a sostener dignamente a sus mayores, a quienes el ahorro forzoso ha condenado a la miseria por décadas. Suspenderlo durante la crisis es una avance muy importante.

2)      Sostener el empleo

La emergencia exige actuar de inmediato para sostener el empleo. CENDA propone que el Estado garantice a todas las empresas afectadas por la emergencia, el pago de la mayor parte de las remuneraciones de todos los trabajadores que no puedan desarrollar normalmente sus actividades. Durante el tiempo que sea necesario, disponiendo para ello los recursos que sean necesarios.

Esta medida no sólo resulta factible, sino que está siendo aplicada o considerada de una u otra manera en este momento por un sinnúmero de países, especialmente los más desarrollados. Viene siendo implementada con extraordinario éxito en Alemania desde la posguerra. En la crisis del 2008, dicho país fue criticado con razón por sus políticas monetarias y fiscales restrictivas, que la agudizaron en la zona Euro. Sin embargo se les reconoce que su política de defensa del empleo permitió reducir la cesantía y sostener la demanda agregada, mientras el resto de los países de la OCDE veían aumentar una y contraerse la otra. Al mismo tiempo, al mantener en pie a empresas que de otro modo hubiesen ido a la quiebra, posibilitó una recuperación más rápida de la crisis. En su país de origen denominan esta política Kurzarbeit, trabajo reducido.

Para implementarla en Chile resulta indispensable reorientar y reforzar radicalmente el actual seguro de cesantía. Actualmente éste es asimismo un sistema de ahorro forzoso, inspirado en el sistema privado de pensiones. Ha resultado también en un negocio para las AFP, que lo administran en conjunto cobrando cuantiosas comisiones, gestores internacionales que cobran comisiones “fantasmas”, y para las grandes empresas que reciben en préstamo y/o capital accionario el dinero de los fondos allí registrados. Es el momento de restituir ese fondo a los trabajadores activos a quienes pertenece.

En esencia, se trata de reorientar la política respectiva, desde la protección del ingreso de trabajadores despedidos y sin perjuicio de ésta cuando sea necesaria, a la protección de su empleo mediante Kurzarbeit como objetivo principal

Los fondos acumulados en el seguro de cesantía alcanzan hoy a poco menos de 10 billones de pesos, o más de 10.000 millones de dólares. Dichos recursos equivalen al 60 por ciento de tres meses de salarios imponibles pagados en los seis millones de empleos en los que rotan los 11 millones de trabajadoras y trabajadores que conforman la joven y calificada fuerza laboral del Chile moderno.

En otras palabras, los recursos acumulados en el fondo de seguro de cesantía alcanzan para sostener el conjunto de los empleos y empresas durante la peor parte de la pandemia. Ciertamente, primero hay que utilizar el fondo solidario. El Estado debe comprometerse a aportar a los mismos en lo que sea necesario durante la difícil situación económica, que se extenderá durante un tiempo en este momento indeterminado. El fondo individual debe ser reservado para el caso de despidos.

CENDA suma de este modo sus esfuerzos y recursos de investigación, docencia y extensión, concentrados en apoyar los objetivos antes enumerados y otros relacionados, a la heroica dedicación de las  ciudadanas y ciudadanos que mantienen en marcha la vida del país con grave riesgo de las suyas propias, especialmente las trabajadoras y trabajadores de la salud, que ocupan la primera línea en esta guerra.

Todas y todos juntos lograremos superar la crisis.

Directorio CENDA, 31 de Marzo 2020

 

 

 

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